Enamorarse de Pilates.
La mayoría de las personas se enamoran de Pilates en su primera «cita». Yo fui todo lo contrario. Mi asistencia al Pilates fue el resultado de la falta de otras clases aeróbicas en el gimnasio cerca de mi trabajo en Londres, donde vivía antes de mudarme a Barcelona.
Con el tiempo tan limitado en mi vida debido a mi carrera y a todo el ajetreo y la locura de vivir en Londres, mis horas de almuerzo eran mi momento de hacer ejercicio. Por ello, sufrí en mis primeras clases de Pilates. La velocidad lenta y controlada a la que se realizaban los ejercicios me parecía aburrida en aquel momento, la clase se me hizo como que duró para siempre. Conectarme con mi cuerpo en lugar de esforzarme al máximo era un concepto nuevo, mi mente era como las mentes de muchas personas que viven en una gran ciudad, enfocada en hacer mi entrenamiento y salir rápidamente de allí para pasar a la siguiente tarea del día. Me salté por completo la conciencia sobre la mente y el cuerpo.
No fue hasta que comencé a asistir a la clase con una amiga que realizaba X Dance y que además tenía una gran confianza en el Pilates. Verla moverse y respirar mientras hacía los ejercicios me resultó fascinante. Pilates no es elegante ni espectacular como la danza o el yoga, pero se podía notar que ella estaba realizando cada ejercicio con elegancia y control, acompañando con una respiración tranquila y apacible. Se movía por las posiciones suavemente y con facilidad, casi en silencio.
Echando un vistazo a su cuerpo delgado y tonificado, además, viendo esos moviemientos casi de ensueño, decidí comprometerme con una clase privada al principio. Incluso hoy, recomiendo una clase privada de Pilates para aquellos que pueden, ya sea que sean principiantes, quieran mejorar la técnica o aprender algunos ejercicios de Pilates para comenzar una rutina de ejercicios de Pilates en casa.
Esas clases fueron hace 15 años, me alegro de haberle dado al Pilates una segunda oportunidad. Tuve que contar esa anécdota por un interesante artículo que leí en The Guardian, donde la escritora también odió a su primera clase de Pilates.
Me identifiqué inmediatamente, pero más que esto, la cita final me hizo estar segura del motivo por el cual no somos las únicas a quienes no les gustó su primera clase: «Nunca uses el impulso para completar un movimiento, haz que tus músculos hagan el trabajo». Esto me mostró el alcance de su viaje y pude ver que ella también “lo entendió”. Esto es muy cierto para mí y es algo que trato de transmitir a mis alumnos todos los días. https://www.theguardian.com/lifeandstyle/2018/may/26/fit-in-my-40s-cant-drift-off-reformer-pilates
Puede que Pilates no sea amor a primera vista para todos. Tómese tu tiempo, le recomiendo 5 clases para comenzar a identificar qué es el método Pilates y luego otras 5 para comenzar a sentir la diferencia en su cuerpo. Enamorarse del Pilates puede que sea un proceso lento para usted, pero el amor está ahí para usted, queda de su parte aceptarlo.
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